miércoles, 24 de julio de 2013

Yo y mi iPod.

Ana Torroja se viste como puta. Ana Torroja se mueve como puta. Ana Torroja se puso unos labios hinchados, de huachinango, dicen… para ser un poco más puta. Pero la verdad no creo que la música de Ana Torroja sea de putas.  Luego viene Julie Delpy a recordarme que alguien, al otro lado del mundo, dijo que me esperaría, no mintió, sencillamente se retractó.

Escucho “El mundo futuro” de ese álbum de recopilación de Mecano, cuando la Torroja tenía buena pierna y el Nachito Cano era algo antojable (siempre me lo parece cuando veo sus fotos de joven tanto bellamente ataviado como greñudo). Y la canción es la representación de esa bipolaridad tan propia, tan mía. Puedo escucharla y me da gracia, mientras barría el piso, limpiaba las mesas y desempañaba los vidrios del lugar donde trabajaba (de mesero, lava trastos, ayudante de cocina, de limpieza y de mandadero), sonreía con la parte de la canción que dice “mándame un fax de pasión”, tan añejo el término como la intensión. ¿Ahora hazme una videollamada por skype?... sexual, de pazzzzziooon (yo, en mi cabeza, le daba una pronunciación con “z”).

Pero luego ayer, mientras dejaba a uno de mis mejores amigos, quizá con el que he pasado más cosas de mayor impacto en mi vida de estudiante. Escuché la canción y me sentí miserable. Todos se mueven, todos se van, al DF, a otras ciudades, yo me quedo y vendo las nalgas a la misma institución, yo me quedo a escribir sobre putas en la misma universidad de antes. Me siento triste.

Mi novio sostiene que debería estar feliz con mi próxima maestría. Yo sólo quiero huir de aquí y él lo sabe. En mi intento de huir presiento que sólo lo arrastro en mi torbellino de melancolía. Llueve otra vez y las calles se inundan. Pienso en cosas que no debería, camino a horas de la noche por lugares que nadie transita y me asusto de mi propia sombra, la que se proyecta gracias a un automóvil que pasa fugazmente a mi lado.

La noción: como al cisne negro, el único problema soy yo. Yo que escucho a Julie Delpy y pienso en mi querido Dxxx lejos de mí, sin su claridad para cuestionarme; pienso en Axxx bailando “Dancing on my own”, como toda una Girl de la HBO en DF; en Vxxx que se va, se va y sólo él sabe lo que siento por él; en Lxxx que crea su propia vida, Yxxx que reestructura la suya, y a mi profesora de “Mitos en el cine”, comentando (después de leer uno de mis textos) “Tu personaje debería dejar de preocuparse por la vida de los demás”. Mi ex profesora es psicoanalista, tan sutil para decirme que debo dejar atrás la vida ajena.

¿Por qué parece tan difícil hacerlo…? ¿por qué Siouxsie canta “Placebo Effect” cuando escribo esto? Estoy tan confundido. Cuando limpias mesas en un restaurante la cabeza no deja de darte vueltas, no dejas de cuestionarte la forma en que emplearás tu tiempo libre, las horas que restan después del turno, y las horas que van de un turno a otro turno, de una mesa a otra, del primer platillo al segundo, las horas, siempre estás con las jodidas horas. Y como los pájaros, meas y comes mientras vuelas, pero cuando ya no vuelas, sólo te queda la opción de comer o mear en el mismo lugar.

Always, always, always… dice Karen O de los Yeahs. Always, always, always. Sospecho que sí tengo algún desequilibrio, pasar seis meses bien y luego volver al bajón no es sano, ¡al menos esta vez no fueron cuatro meses! Diosas, disfruté de una buena etapa, diosas que buenos besos, diosas que todo se repita y además, soy muy joven para tanta preocupación de burgués de clase media.