martes, 27 de julio de 2010

Wow, ¡fuera humildad!

Wow es su respuesta y después salen corriendo...

No cumplí el decálogo del mes, ya van un par de hombres con los que hablo y salen corriendo. Empiezo comentando mis gustos, de las cosas que hago y todo lo que me llena, y esos hombres me dicen: "Wow" seguido por un "¿Pues qué edad tienes?" (porque debo decir que a varios los conozco vía Internet) y yo: "21"... acto seguido SALEN CORRIENDO.


Joder, pues sí, fuera altruismo y todo sentido de humildad. Soy un hombre de 21 que lee más de 30 libros al año, que empezó a escribir su primer novela a los 16 y publicar comentarios de cine a la misma edad. Que ahora escribe su segunda novela y espera ser becado por ella (que igual si no me becan poco importa, seguiré escribiéndola, tardo horrores en hacerlo pero no me importa) también he visto películas y las discuto con "ese lenguaje tan crítico" como muchos me dicen, tengo un buen desarrollo académico (al menos uno aceptable), intento ser "feminista", también estudiar sobre la homosexualidad y los movimientos políticos, ir más allá del uso del pene y el ano, instruirme en la música de forma teórica (que es la rama que más me falla) y hablar sobre tal o cual teórico del arte, ¡así soy yo!

Y no es que diga nada de eso en las charlas, pero creo que esperan que les diga un par de banalidades, y cuando lo hago... pues entonces no te toman para nada serio. No sé ni qué pensar de algunos hombres, y eso que la gran parte son MAYORES QUE YO!!! claro, cierta gente no madura, sólo envejece.
Y yo, soy frívolo, promiscuo y un snob!!! PARA VARIAR!!! No me importa. ¡WOW!

domingo, 25 de julio de 2010

El chico GAY roto


Tengo tantas cosas qué contar pero no he tenido el tiempo, eso y muchas más bobadas, ¡el tiempo! Siempre el tiempo. Hoy tuve un día nefasto, no porque lo fuera por propia esencia, sino porque yo dentro de mi terrible existencialismo así lo quise, desee que éste día fuera horrible, así parece que lo decidí desde que me desperté, existí dentro de una mañana nefasta, después lo transporté hasta muy entrada la tarde y justo ahora ya estoy más tranquilo. Me pasé todo el día molesto, la razón ya ni la sé, odié todo lo que según debía ser odiado ante mi perspectiva, toda esa decadencia en el arte, mi falta de definición política, de ser un mal activista, de no poder escribir, de la discriminación a los homosexuales, de las posturas aparentemente bien puestas de la política en torno a la homosexualidad, de la HORRIBLE, sí, HORRIBLE obra gay que se gesta hoy en día, que gran parte la culpa es de gente como yo que aún estamos enclosetados y no hacemos nada serio al respecto, odié mi falta de confrontación, mi pasividad incluso ante muchas personas, amistades, amores, familiares, hasta odié el libro de Simone de Beauvoir “La mujer rota”, lo odié, primero porque pensé que no era perfecto, que una de mis escritoras favoritas había decaído ante mi percepción, me dije que una vez más idealicé a un escritor, como me pasó con Alan Hollinghurst, o en su caso más comercial con Jean Plaidy, posteriormente me di cuenta que no es ese tipo de odio o decepción, que Simone sigue siendo una diosa ante mí, pues si su libro lo había odiado danto era porque me estaba proyectando en él; de la misma manera que cuando leí “La línea de la belleza” de Hollinghurst, cuando empecé a identificarme con Nick Guest, protagonista del libro que habla sobre la vida gay en una Inglaterra burguesa de los años 80. Ese gay que no estaba abogando por una identidad, era arribista cultural, realmente era guapo pero nadie le amaba en verdad, era sólo un juguete sexual de varios hombres.
Honestamente “La línea de la belleza” es un libro bien construido que va más por lo político dentro de una Inglaterra conservadora pero hipócrita dentro a la devoción a Margaret Tatcher, quizá me molestó que no pudiera captar varios de los conceptos políticos dentro de la historia, pues honestamente se me dan las tramas políticas… pero del Medioevo, incluso la neoclásica, pero no dentro de los años 80 con una Inglaterra de tal índole, además, la historia tiene un sinfín de reminiscencias a la historia de arte, que si no fuera por mis estudios (que debo ser poco humilde, la historia del arte es una de las materias que mejor se me dan) no habría captado ni siquiera la razón del título… es un libro para intelectuales, sí, también para snobs, y yo como estoy en medio de ambas vertientes (más inclinado a lo segundo) pues no me costó tanto trabajo, eso y que el ambiente gay parece que no ha cambiado tanto como uno lo querría.

Ahora con Simone me doy cuenta que estoy por los mismos rumbos, su novela de “La mujer rota” habla de tres historias muy distintas, sin embargo creo el punto medular es que en las tres historias no existe vuelta atrás, las cosas existen de un modo irrevocable y es momento de definirse. Como en toda novela de Simone, la definición duele y mucho. Me temo que sus tres relatos me han dolido, me veo en ellos pensando que soy un gay de 21 sin mucho camino recorrido (pero el poco que he tenido se encuentra un poco condenado) dentro de lo político y lo social, soy más de esos creadores íntimos que se mueven dentro de su propio universo sin dar cabida al exterior, no denuncio, hablo de mí, siempre es así. Unas chicas que conocí de una universidad de San Francisco me dijeron: No hay nada de malo en escribir sobre uno mismo, de ahí nace la identificación, la empatía, etc, etc,” hablamos de mis influencias literarias y que en efecto todas ellas son de mujeres que hablan de sí mismas “Woolf era así” me comentaron mientras pensaba que ya quisiera ser yo como Woolf para tener el valor de matarme en un río.

Y hoy lo pensé, lo volví a pensar… ¿qué pensaría Simone del suicidio?, ¿qué pienso ahora mismo del suicidio? Si antes no lo había hecho por cuestiones de mi cristiandad, donde los suicidas no entran al cielo pero tampoco los homosexuales (ahí donde lo ven, ese era el punto donde estaba parado el año pasado, vivo o muerto estaba condenado a ir al infierno) pero ahora toda esa cristiandad me vale poco, me dije: Quizá me suicide un día de estos, cuando ni yo mismo me lo espere. Así quizá no llegaría al punto irrefutable donde no existe vuelta atrás, así quizá no envejezca y mis ideas sean sólo otro paño sucio impregnado por esa vejez que se encuentra amargada (no digo que los viejos estén amargados, pero temo que yo sí lo estaré) me erguí en mi sillón y me dije: Posiblemente, ahora que sí puedo, que nada me detiene es posible que lo haga y no me importa lo que deje atrás.

Estuve pensando todo el día (en honor a la amada Simone, cuyo segundo relato de “La mujer rota” se llama “Monólogo” y precisamente es el monólogo de una mujer enojada con el mundo y de alguna manera consigo misma) sobre la estructura del monólogo interior, técnica literaria que debo jactarme es mi predilecta y la uso cada que me viene en gana. El monólogo de Simone es más “tradicional”, válgame, que me empalen, pero es la verdad. Monólogo sin comas, con puntuaciones oportunas para crear el ritmo necesario, ideas que van de una a otra con un torrente sanguíneo expuesto a alguna droga bastante fuerte, es abrumadora su técnica, la domina a la perfección, evidentemente ésta mujer leyó a Proust, no es como Woolf que ostenta con mayor número de pausas y giros menos drásticos, igual Virginia amaba a Proust… igual ¿quién no ama a Proust?

Me sumí en mi propio monólogo, pensé en lo que me había dicho ese chico encantador llamado Luis sobre que yo era de “pasión fría” y que efectivamente me faltaba “improvisar” que tenía un ritmo incluso en mi literatura. Pensé y pensé, todos tienes un ritmo, Austen tiene uno muy personal, la Woolf se me hace la más ecléctica de todas mis escritoras favoritas pero igual lo tiene, Beauvoir me comprueba con su mujer rota que mantiene el mismo brío aunque quiera enmascararlo, y la Plath, y la Bronte, y la Busnell, y esta y aquella y todas… ¿y eso de que soy de pasión fría? Me doy cuenta que es verdad, no sé bajo qué lineamientos, pero dentro de mi pobre concepción me doy cuenta que soy una persona egocéntrica, que no puedo ver a todos más que como una opción de fortalecimiento personal, que en efecto soy una persona terrible, que debo serlo, en especial por tener un día tan malo y dentro de toda mi objetividad saber que era un día malo y mal evocar a tanta maldad dentro de un día y regocijarme dentro de ella. Tanta tautología me estaba matando, horas sentado como roca y pensando que no doy muchos pasos hacia adelante, que me he pasado todas las vacaciones como mujer de los años 50 de la postguerra y de caja de detergente Y ES QUE SOY FEMINISTA… pero ¿bajo qué soy feminista? No hago nada para serlo verdaderamente, no aporto nada ni al feminismo, ni al activismo gay, ni a la aceptación dentro de la sociedad, sólo soy un tipo que le encanta tirarse a leer sus libros en su habitación con su música, ¡claro!, me lo volví a decir: pero si soy un egocéntrico. Lo peor es que así lo he gestado yo, así he decidido mi existencia dese que leí “La invitada” y me dije: ¡Debo existir!, pero ahora que leo “La mujer rota” me digo ¿Qué me depara con éste existir? Como podrán darse cuenta las mujeres en la literatura tienen tanto poder en mí.

Después me dije, nada me exime dentro de este esquema de homosexualidad que vengo alimentando, con esas parejas, esa promiscuidad, mi salida a los antros con música de porquería y algunos amigos más posadores de lo que yo soy, de la banalidad gay de que me tachen de “princesa” o “diva” porque evidentemente a uno le gusta “Sex and the city”, porque uno intenta saber de moda, no subir de peso, cuidar lo que come, intentar se delgado, lucir bien, cuidar el cabello y tomarse el tiempo necesario para acomodarlo, ver los zapatos, que si se combinan con la mochila, que uno es un snob porque intentas ser un esteta, que si adoras a María Antonieta es peor, que te ven en el rococó y en lo personal no me molesta que me vean así. Pero después me doy cuenta que no voy cambiando ninguno de los ámbitos, que no soy más que un estúpido ladrillo en la construcción del prejuicio gay, como si no fuéramos pensantes, como que la estúpida de Lady Gaga va y dice: “Oh yo sé de ropita y soy una frívola porque creo que tengo un gay dentro de mí”. Pero igual TODAS las jotonas vamos y escuchamos su música porque creemos que si la Gaga es frívola seguro es por su gay interior. O que las jotonas escuchen a Belinda porque señala “Ay son un público tan lindo” como si de cachorritos se tratara; o que igual me encantan programas como “South park” o “La casa de los dibujos” que son políticamente incorrectos en todos los aspectos, eso es lo que me agrada, pero que tiro por viaje cada capítulo se muestra uno homofobia eminente dentro de los estereotipos hacia la homosexualidad, pero igual va ésta jotona de mí, deja su libro de Simone y ve la televisión.

¿Así es todo?, ¿así es como debe de ser? Ya recuerdo por qué era tan homofóbico en otro tiempo. Pero después todo pasó, recordé esa película que me llevó a varias cosas: a leer mucho más, a encontrarme con Virginia Woolf, a no suicidarme, a ver películas, a escribir, a saber que quería ser escritor, que la homosexualidad estaba ahí pero no me molestaba en lo más mínimo, que deseaba escribir más sobre cine, esa película es “Las horas”, sí, así de sencillo.
Antes de esa película no veía ni tanto cine, ni leía a la Woolf (sí, da un poco de pena, pero antes de que saliera “Las horas” no sabía nada de ella, así que pertenezco a la euforia postfilme woolfiano) tampoco escribía “tanto” ni creía que pudiera llegar a ser escritor (que a pesar de todo hoy me dije que debería tener al menos mi primer libro publicado y el segundo terminado, pero así son las cosas, ni modo). El punto es que me dije: Aún puede existir esperanza dentro de la vejez… ¿por qué no me pareció repugnante en su momento la homosexualidad en “Las horas”?, ¿era porque después de todo Clarissa adoraba a Richard… o que Richard tenía VIH pero decidía no tener razón de vivir si él así lo veía? O sencillamente porque la homosexualidad estaba ahí, casi todos los personajes son homosexuales y tiene problemas existenciales que no son realmente relacionados a su homosexualidad, incluso Laura Bronw es más víctima del espíritu de la postguerra antes que su frustración de ser el ama de casa aparentemente heterosexual.
Me dije: la homosexualidad puede existir sin esa torpe fiesta, sin el interés de ser delgado todo el tiempo, si querer bailar música electro de mierda o querer cojerse a todos, sin la tonta insistencia de querer tener siempre el cuerpo perfecto o el cotilleo más astuto, todas esas banalidades que me tienen ya cansado. ¿Podría ser que la vejez en la homosexualidad no tendría que ser una aparente lucha como lo es ahora?, ¿Cómo me siento ahora tan asfixiado a momentos?, ¿Qué podré tener a mi pareja de sesenta y tantos años con la cual ya tenga quizá más de veinte años juntos, quizá menos, que el sexo no lo será todo y tendremos una compenetración más allá de los corporal?, ¿qué encontraré a alguien y diga: “éste es, éste me llena en todo y yo lo lleno a él”? Sin importar el cuerpo, CARAMBA, sin que importe si soy muy delgado o me visto mal, que me diga “¡Claro que me gusta leer a William Somerset Maugham!” digo, carajo, no quiero que ame a Maugham, pero que al menos lo conozca y haya leído una de sus obras y podamos discutir sobre los matices, la teoría del contexto del escritor, de la educación de la mujer del siglo XX y el compromiso del hombre gay… deseo alguien pensante, pero ¡NO! Puede ser que un día encuentra a un tipo que me diga “Oh sí, la triangulación de Michael Cunningham es excelente en sus libros, es un escritor gay interesantísimo”, alguien que me cite a un escritor gay inteligente y podamos hablar de su obra… es lo único que se pide en éstos tiempos, pero lo repito ¡NO!, la última vez que estaba leyendo un libro de Maugham lo llevaba conmigo mientras esperaba a mi “cita”, va sale el tipo y me dice: “¿Es una novela romántica?” y yo: “No precisamente… verás habla un poco del contexto social de la mujer en el siglo XX, obligaciones burguesas, ella debe pagar un alto precio por…” y soy interrumpido: “Pues en la portada parece una novela romántica” y yo en mi cabeza: “Da igual… no le interesa”, ese día recordé cuando le hablé al que ahora es mi ex sobre “El velo pintado”, sencillamente no lo entendía, “El hombre es un estúpido” dijo sin mayor interés sobre el personaje que comparte el protagonismo con Kitty Fane, yo sólo me dije en ese momento: “No es lo suyo, no importa”, pero después me doy cuenta que ¿será que para la mayoría de los gays la literatura no es lo suyo? Hasta cuando me encontré con un tipo super “intelectual” cuyos abuelos son dramaturgos, en fin, un sinfín de cuestiones intelectuales pero va el tipo y me dice: “Lucio, yo estoy muy metido con eso del sexo” y yo “Aja”… “Es que soy sexólogo” y yo pensé: “Creí que estabas tan metido en el sexo como que tienes pene y te ocupas de utilizarlo”.

Llegué a la conclusión que lo más probable es que soy evidentemente YO el que está mal dentro de idealizar a las personas, que soy efectivamente egocéntrico y un snob de lo peor. Siempre lo he dicho: Nada me llena y para variar después de un tiempo me aburro de las personas. Soy nefasto, lo sé. Mientras tanto seguiré esperando las horas a ese hombre que sepa hablar un poquito sobre arte y literatura, a la par conozca aunque sea de oídas a Maugham y Cunningham o mínimo me comparta un nuevo autor gay, alguien que no sea el tipo que me vende libros usados en el centro de mi ciudad, que ya me cansé, huele igual que mi ex en sus mejores tiempos (en mi cabeza) y siempre consigue venderme todo lo que se propone, ni siquiera sé si es gay, pero tiene una horrible facha de heterosexual que ni yo puedo con ella… y es atractivo.

miércoles, 21 de julio de 2010

Decálogo del MES!

O de lo que queda del mes. Y dice así:

NO MÁS HOMBRES... por lo que resta del mes...

miércoles, 14 de julio de 2010

Y sale Armand como el primero

Ya publiqué mi primera entrada de “Skins Skinny” en “La campana…”, honestamente el resultado no me agradó del todo, es una entrada más donde sale Leonard pero visto desde una perspectiva algo “tímida” por parte Armand, ese chico que tanto le gusta a nuestro personaje principal.

La entrada se llama “WhenI grow up” en honor (o en inspiración) a la canción homónima del grupo musical Garbage. Otra de las reglas que me impuse (que seguro la termino rompiendo) es que deseo casi todas las entradas tengan como título el nombre de una canción del grupo… lo sé, es algo opresivo y redundante, pero últimamente mientras estoy en casa y limpio como enajenado, pongo mis discos de Garbage y me surgen historias entorno a ellas o al menos un pequeño relato.

La historia de Armand es sólo el comienzo (que ni es su historia, sólo son esbozos de su tipo de vida) uno un poco flojo, así lo siento, pero es que en verdad que mi Armand es el chico más Skins que conozco y debía empezar todo con él.
Me gusta ver a todos éstos chicos como partícipes de una bonita corte maldita... caray, sus vidas se juntan y separan, muy normal el asunto.

No había podido escribir porque estoy en proceso de investigación…. pfffff tradúzcase como salidas continuas de charlas extensas y otras cosas más… muchas cosas más… ¿es permiso poético o será que al final son sólo mentiras? Ya se verán en las otras entradas.

domingo, 4 de julio de 2010

Y pienso en él...

Escucho ese disco de hace un año, ese disco de cuando nos separamos por primera vez y pienso en él; llueve y la voz de la vocalista canta… yo pienso en él; recuerdo malos tiempos dentro de mi soledad y pienso en él… me vienen a la mente su buena compañía y evidentemente pienso en él. Pienso y digo, y me engaño, y refunfuño, y estoy harto de pensar que por él cambié. Pero no es verdad, fue por mí, porque deseaba estar a su nivel.

¿Y bien?, ¿gané algo?, las drogas, y el alcohol, y la concupiscencia, y la promiscuidad, y la ropa… luego pienso en él. Me viene a la cabeza algo que él diría… poco a poco la cuestión ha ido convirtiendo mi vida en un vagar existencial. No lo he superado y al paso que voy no lo superaré. Si sigo siendo algo que no soy, si sigo sin ¿existir?, ¿será por eso que me involucré tanto en el existencialismo, que salí del clóset, que grité mi feminismo?, ¿fue por él?

No lo sé, pero pretendo creer que no es así, más bien es una cuestión de ego. Se viene la cuestión del ego (ah pero qué tema!!!! ha sido justo ahora aquí, allá y en todos lados) me molesta que una sola persona me cambiara tanto o en su defecto, que tuvo tanto impacto sobre mí que yo cambié a su merced. Me gustaría que no existiera para mí, no de esa manera, poder hacer las cosas de otra forma. Pero va, soy orgulloso, egoísta y mal educado.