viernes, 19 de septiembre de 2014

No hay

No hay ingenuidad en la lectura
No hay ingenuidad en los comentarios anónimos
No hay ingenuidad en las redes sociales
No seas un boludx queridx, yo lo sé todo desde aquí
Y tú no sabes nada más allá de lo que te dejo ver


jueves, 11 de septiembre de 2014

Despentes y yo

Hoy me quedé en casa a leer, me engañé y me hice creer que avanzaría en mi trabajo pero me enfrasqué en un libro de Virginie Despentes, "Lo bueno de verdad", y la verdad es que esta bueno el libro. Hace poco me leí de ella "Perras sabias" que me gustó pero no me encantó, no como el que ahora leo.

Me da una pequeña punzada de culpabilidad quedarme todo el día en el departamento leyendo, tomando café y mirando la ventana que no da hacia realmente nada interesante. Cuando me aburro miro pasar a los chicos y pienso qué será de su vida. Sí, solo veo hombres porque creo que quizá algo de mi libido despertará, pero no, sigue muerta.

También los libros de la Despentes me dejaron algo claro, que una parte de mí ya no quiere ser violentada por hombres, ni en lo emocional ni en lo anal. No quiero que un desconocido me la meta y me la saque sin mayor precaución, uno pierde el norte de cómo van las cosas con los hombres cuando tienes una relación estable. Nadie me la meterá con tanta consideración como mi novio, aunque suene moralino, la verdad es que a muchos solo les interesa utilizarme como objeto masturbatorio. 

Hace un mes me fui a un antro gay (aquí en Buenos Aires le dicen boliche, sabrá la cosa) y fue la primera vez en más de un año, quizá más, que tocaba nuevamente el jodido ambiente gay. Me sentí carne, ojos puestos en mí, de interés o desprecio, sin gran calado o como radiografía, nada especial pero ya lo había olvidado. Se olvidan tan rápido las carencias para moverse en ciertos ámbitos y lo cómodo también que te puedes llegar a sentir. Bailé con unos chicos chilenos que no tenían tantas ganas de gozarla, solo uno sabía moverse y al final los perdí al ir al baño. Fácil viene, fácil va.

Hoy mi compañero de posgrado, un peruano algo mala leche pero de personalidad interesante, me invitó al cine. No salí he hice limpieza de mi habitación, leí, tomé café, me masturbé y me relajó tanto y luego, ¿luego para qué viene a Buenos Aires?, creo que aún no lo sé, pero a estudiar no del todo, al menos no dentro de la universidad de la cual estoy aprendiendo más bien poco. 

En ocasiones cuando estoy aquí recuerdo a mi abuelo paterno: "¿qué vas a hacer allá, es como tomar el camino y ver a dónde te lleva? de eso no se trata" me dijo antes de partir. Y es que yo soy así, a ver a dónde me lleva el camino, si supiera el destino realmente no me animaría, así soy, cuando escribí ficción pensé que echarme una novela era cosa de pasión, ni idea de lo que hacía (ni de la trama que escribía), o cuando me ponía en la creación de piezas obsesivas en la escuela, lo único que me movía era el ímpetu, rara vez sabía a dónde llegaría. Con los textos de ensayo es lo mismo, al final siempre sale una pequeña hipótesis por ahí que me sorprende.

Lo mismo en España, pensé que sabía a dónde iba y todo se desvirtuó; en México cuando decidí dejar de salir con hombres apareció mi novio de la nada; cuando quise hacer mi tema de tesis igual me dejé llevar por la intensidad y el gusto así como el placer. A mí, si no lo disfruto o lo sufro, entonces no me sabe. Igual tampoco significa que sea aventurero.



Hoy supongo que debí aceptar la salida, ir al cine o al bar gay al que también me comentaron. Hoy no debí quedarme a leer aunque disfrutara tanto hacerlo y crea que la habitación es divina. Hoy no, porque ya me cansé incluso de mis compañeros de piso quejándose de la cocina, de la sala, de sus habitaciones, tantos pequeños terruños por ahí botados. A momentos me siento solo, pero después platico con la gente y deseo nuevamente la soledad.

También tengo días donde muero por salir con alguien, que va desde tener una amiga (sí, con esa A, con esa decisión de cuerpA hembrA), hasta de tener una cita con un chico y terminar en el besuqueo y las manos que se deslizan entre las ropas ajustadas. A lo primero estoy acostumbrado, a lo segundo también (con mi novio) pero ahora es más la búsqueda del subidón, las citas no solo pueden un desgaste emocional o el teatro de la personalidad, también son como una droga satisfactoria si tienes la suerte de encontrarte a alguien sencillo sin tanto rodeo. Y otros más donde solo quiero leer y leer, aunque no sea de la escuela, que me dan unas arcadas las lecturas de la escuela.