lunes, 18 de abril de 2011

Después de Madrid

No tengo tantas ganas de escribir. Es uno de esos momentos donde se te mete una persona en la cabeza y sólo piensas en eso, de aquí, como las raíces del árbol, pienso en otras cosas y una cosa lleva a otra.


Estoy muy conforme con mi estancia en Valencia, feliz por mi nuevo amor que no sólo es guapo sino también muy inteligente, tanto que a momentos me siento como un estúpido a su lado, pero un estúpido muy feliz. Me encanta ser un poco más joven que él y ser fresco, chispeante, inexperto en algunas cosas, que me cante canciones por las noches y me diga cosas bellas, honestamente se me había olvidado como es que alguien te quisiera así, y él lo nota, que me cuesta trabajo fiarme de las personas, me dice "Debes quererte y dejar que te quieran", después se pierde en el frágil jugueteo con mi cabello.



Me agrada tanto mi compañera Amelia, la alemana en mi piso, me hace sentir que existe alguien aquí como de mi familia. Nos decimos muchas cosas y nadie juzga nada, ella es una bocanada de aire fresco.


Amé la visita furtiva de Anna, una chica inglesa que sabe tanto de Sylvia Plath como yo (o más), me ayudó en un mal momento, se sintió tan bien poder llorar con ella, llorar y que saliera todo. Adoro poder llorar en Valencia, por alguna razón me es más fácil hacerlo aquí que en México.


Amo a mis padres que me siguen apoyando, ayer que estaba en El Museo del Prado, casi lloro cuando estaba ahí frente a los Goya, porque yo estudiaba con mucha pasión a Goya hace cuatro años, porque hace dos hice una de mis típicas exposiciones donde hablé como dos horas sobre él, y claro, no sólo por los Goya sino el Prado en general, yo me decía que seguro jamás lo tocaría y estando ahí tuve que pellizcarme (aunque suene estúpido, pero por un momento pensé que no era real, que yo no estaba ahí en Madrid, en el Reina Sofía, en el Thyssen, que vería un Corot en vivo). Al estar ahí me di cuenta que no podría haberlo logrado sin mis padres, hace seis años mi papá me dijo "Tú deberías ser escritor, deberías ser crítico de cine", o cuando mi mamá me compró mi primer libro de Goya y Velázquez (y caray!, ver el Guernica y recordar cuando María Ezcurra me regañó por no saber quién era Picasso).



Es toda una vida, esto de la carrera y la licenciatura es un fino recorrido que se entrelaza fieramente con mis emociones. No lo voy a negar, he estado más inestable, tanto que ya casi todos aquí se han dado cuenta de que soy bipolar, un día Lucio es feliz, al otro se encuentra en pose de nostálgico... pero ¿saben? estos cuatro años han sido arduos, doloroso, febriles, llenos de gozo, de pavor, horror, inmensa felicidad, es verdad que pocas veces estoy estable, que en raras ocasiones puedo decir "Estoy bien sin mayor problema", porque la verdad mis cambios emocionales se han radicalizado aquí en Valencia (ya eran frecuentes en México, pero aquí han aumentado), y mi visión de México ha cambiado, me deprimo más cuando sé de las cosas que pasan allá, pero aún así tengo ganas de regresar, no ahora, pero lo defiendo, defiendo a mi país y jamás pensé que eso pasaría.

No hay comentarios:

Publicar un comentario