jueves, 17 de febrero de 2011

El sueño de la otra noche

Un estacionamiento. Después un centro comercial. Un elevador. La chica de República Checa a mi lado y luego la veo al fondo, se pierde, me mira a lo lejos y se ríe de mí. A mi lado el chico francés sostiene mi mano, después estamos entrelazados. Yo le beso excitado. Después él se pierde y estoy en un elevador, no... no es un elevador, es una ciudad que me sofoca. Después carne, mucha carne... embutidos... después salmón. La chica checa me dice "Ese no es el camino, esa no es la forma". Yo no quiero morir. No pretendo morir. Quiero mi libertad, siempre he buscado mi libertad, así que corro por el gran estacionamiento porque la ciudad y los extranjeros me están succionando mi identidad, sobre todo el chico francés.

Todo es gris y prefiero seguir corriendo hasta que se enrojece la escena, busco liberarme de la ciudad y grito el nombre del chico francés. Luego escucho su voz, la voz del chico francés: Lucio, Lucio... ¡LUCIO!... pero yo no lo veo, no está ahí. Siento como me toman las manos y los brazos "Lucio... ¿estás bien?, ¿una pesadilla?", dice la voz ligeramente preocupada.

Sigo en trance, parte de mí está despierta, mientras otra aún duerme. "Alguien te perseguía. Gritabas mi nombre", me dice la voz, "¿quién te perseguía?". Yo, en mi cabeza, severamente confundido... ¿quién me perseguía?, ¿Era la chica checa, era él, era la ciudad? Era él, él me estaba sofocando. “La ciudad”, le contesté, porque aún estando yo adormilado no podía decirle que él me estaba succionando la identidad, “¿La ciudad?”, me pregunta, “Sí, la ciudad, Valencia, me estaba sofocando pero tú no me ayudabas”, un breve silencio “No puede ser, la ciudad es una entidad, no una persona, no te podía matar la ciudad”, usa ese tono tan francés de ‘Soy superior y sé lo que digo’, mientras yo reitero “Era la ciudad, la ciudad me quería matar”. “No, no, no, la ciudad es una entidad”, para él es imposible creer en una ciudad viviente. Y yo, en mi cabeza pensando que las ciudades respiran por sí solas, y que quizá podría estarme enamorando de ese chico francés con quién se suponía sólo estaba teniendo sexo sin complicación.

En efecto. Era él quién me sofocaba y mataba con las emociones que despertaba en mí.

Él confiesa: Me dio un poco de miedo, pero ya me habías dicho que eres sonámbulo.

3 comentarios:

  1. ESTIMADO, QUERIDO lEONARD:
    agradezco que me visites y me recuerdes que sigues allí...este mundo es caótico y nos arrastra sin compasión hasta hacernos perder la cabeza...y un poco de memoria.

    ResponderEliminar
  2. Querido Dante. Me encanta tu blog, sobre todo cuando hablas de cine (ya te lo he comentado) y más si hablas de "Black Swan". Un beso. Seguimor por aquí comunicándonos.

    ResponderEliminar
  3. Las ciudades sí respiran. Acabo de darme cuenta que Cuernavaca me está picando las costillas.

    ResponderEliminar