miércoles, 16 de junio de 2010

La tentación no pudo esperar

Hoy me quedé en casa con el pretexto de que me sentía mal, el pretexto ante mí mismo, pues a mis padres eso de que si voy o no a la escuela un día u otro no les alebresta, me parece confían mucho en mí (craso error, porque soy un caos). De alguna manera sí me sentía mal, tuve una espantosa tos toda la noche y por ahí de las cuatro de la madrugada, aún tosiendo el pico mental (como diría Lars) no se callaba… pero bueno, ahora les explico.
Volví a leer “Pedro Páramo” para mi trabajo final, antier terminé mi animación, la próxima semana la mostraré y por esas fechas la pongo por aquí (ya saben, para darle la premier en clase JAJAJAJAJAJAJA si claro) después me puse a escribir en mi segunda novela no sin antes merodear por toda mi habitación (como la noche anterior) sobre la ética del escritor y la moral del artista, que a la par, son la ética y la moral del creador.
Qué va, que me lo sigo pensando con mi proyectito “Skins, skinny” lo volví a hacer, me metí donde no debía. Ya había pasado con alguien que respeto mucho y dejándome llevar convertí a una magnífica escritora en una rufiana de la literatura dentro de mi ficción, supe que le ofendí, pero me dije “Es sólo ficción”, pero al final creo que sólo me estaba engañando, tomé prácticamente todo de esa persona y le cambié el nombre así como las intenciones, digamos que si en la vida real es una persona buena, activista y preocupada por el entorno, yo en mi ficción la convertí en alguien hostil sin mayor interés. Muy mal de mi parte, ahí la bestia fui yo.
Y lo volví a hacer, con una persona cercana, eso de tomar identidades prestadas, sólo que ahora fue de comentarios externos que terminé por suponer y escribir (sí, como un vil chismoso, como esas doñas que van al café con las amigas para sacar su articulito digno de una columna de chismes) y lo hice ¿ficción? O ¿será que sólo terminé por completar la aparente realidad? El problema es que, como se dice de forma coloquial, le atiné, mis suposiciones fueron ciertas y no sólo me jodí a mí mismo (pues evidentemente en esta torpe cuestión de querer ser una especie de Émile Zola postmoderno sólo muestro mi ineptitud como escribano) sino que pasé a joder a los demás… como dirían en “Sex and the city”: “Puede ser que cuando te jodes a ciertas personas, te pasas a joder a ti mismo”
Eso me dejó pensando toda la tarde de mi tosijosa incapacidad, tosiendo, leyendo, pensado, escribiendo, repasé gran parte de mi creación no sólo literaria sino también “artístico conceptual” las dudas vienen a mí como enormes ventarrones de aire gélido. Me critiqué hasta las encías y me quedé pensando en aquello que desde hace más de un año (cuando decidí escribir mi segunda novela): era evidente la invasión de vidas ajenas cuando lo que pretendía era la ¿aguda?, ¿oportuna?, ¿crítica/irónica/absurda? Observación del medio artístico, creativo y al final (cual cereza de pastel) homosexual. No pretendía ser amable, sobre todo amable con el personaje que resulta ser mi alter ego; pero claro, una cosa es la privacidad y “amabilidad” con uno mismo, y otra muy distinta con el entorno.
No cabe disculpa dentro de mis escritos que pretenden ser “realistas”. Todo se queda en vanas intenciones y hoy después de toser todo el día me di cuenta que sentía un poco de culpa. Eso de la deconstrucción de la moral y la ética postmoderna aún no es lo mío, ni lo rozo, ni lo supongo, ni lo tengo, me dije: Lucio, por el momento sólo estás compitiendo con la columna de los chismes, no has llegado a nada más concreto, serio o elegante, eres un vulgar hervidero.
Igual ¿de qué me sirvió llegar a esa conclusión? Después me dije que soy joven y con muchos errores por cometer (sofismos, ¡lo sé!) y que más vale que aprenda pronto, pues no es la primera vez que me pasa, ES LA SEGUNDA, y una tercera no sólo sería imperdonable, sino también la reafirmación de mi falta total de talento.
Por el momento Shirley me dice lo que llevo pensando todo este tiempo: “Soy un lobo, pero me gustaría usar ropa de cordero”.

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