martes, 8 de junio de 2010

Y los pájaros cantaron en griego

Me gustó, mi pieza terminó por gustarme, después de estar escribiendo por dos días pensando que la cosa no funcionaba, que en verdad poco podía decir al respecto, que la pieza podría tener muchas más lecturas, que quizá si la registraba de otro modo, si lo pensaba de otra manera, mi cabeza estaba cantando en griego.

Quizá como me dijo Omar (ese chico que me es agradable, más de lo que él mismo puede suponer) "Lucio, el problema es que piensas y supones muchas cosas", él estuvo presente cuando estaba montando la pieza, hablamos de muchas cosas y me gustó su compañía. Si lee esto sólo alimentará su ego, pero no importa, ojalá un día espero no muy lejano pueda considerarme su amigo y podamos hablar de forma más íntima, porque tiene ideas muy interesantes pero temo que en ocasiones menosprecia las mías (¿cuestión de ego por mi parte? podría ser)

“Los pájaros cantan en griego” le agradó a la poderosa Lars y a toda esa gente inteligente de mi clase. Los voy a extrañar, así me pasa. No sé la razón, pero siempre que llegan los fines de semestre me pongo melancólico, estúpidamente melancólico; pienso en todos los martes que pasamos en esa aula encerrados hablando a profundidad sobre Francis Alÿs, Gabriel Orozco, Santiago Sierra, Teresa Margolles, Hector Zamora, Carlos Amorales, Yoshua Okon, Thomas Hirschhorn, Miguel Ventura, Krystof Wodiczko, Alfredo Jaar, Thomas Glassford, Francesco Careri, Bachelard, Jimmie Durham, Wittgenstein, Guy Debord, Richard Long, Franz Fanon, Gustavo Artigas, Leonardo Erlich, de arte minimal, de arte povera, de arte urbano, cuando salimos a dar un recorrido por la ciudad solos y acompañados, cuando sacamos fotos, cuando vimos el documental sobre el nazismo, la peli de Jorge Bolado (esa peliculita super HIPER LOCA, uff una joyita para la memoria). Fue sin duda la mejor materia del semestre, y pensar que cuando llegué me dije: Voy a darla de baja, no encajo aquí, no soy como ellos, no podré seguirles el ritmo.

Sin antes haber leído a Wittgenstein pensaba que no hablaba su idioma, no entendía el lenguaje de los artistas que se encontraban ahí conmigo en el aula de trabajo. Hoy fue un día muy lindo, porque es verdad, de una forma u otra nunca me he considerado un artista, tampoco escritor, pero siempre me respaldo en el hecho de que yo podría ser más escritor que artista (aunque las líneas que delimitan una u otra cosa son muy delicadas y hasta inexistentes). Tanto la poderosa Lars como mi queridísima Ana me dijeron que al fin estaba cruzando esa línea donde podía verme a mí mismo como artista usando mi visión de escritor, que estaba aunando las dos cosas, convertir el texto en dibujo, algo hermoso.

Gracias a todos los que asistieron, fue un bello día, y sí, me gustó mi pieza. De pocas cosas puedo jactarme que me han salido bien en la facultad, ésta es la número cuatro… JA.




























































































2 comentarios:

  1. no manches cuate, y la despintada, pase por ahi y puf, olia a pura inspiracion (tinher), lo bueno que todo es por amor al arte.

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  2. Gracias chico SINESTER, todo por el amor al arte.

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