martes, 20 de abril de 2010

El invitado... no existo

Desde el primer semestre… o antes, en el curso propedéutico uno de los profesores, de esos que todo mundo ama y alaba por ser muy intelectual, dedicado, etc, etc, honestamente no lo comprobé porque el profesor sólo me dio “Metodologías de la investigación” en el propedéutico, después se fue de la facultad.

En fin, el hombre (hace tres años) después de leer mí proyecto para novela, que tenía trabajando en él desde un año atrás (que ahora está terminado pero no me complace) me dijo: Tú eres existencialista. Yo comenté, no lo creo ¿o sí?, sí, eso eres, contestó; entonces yo me encogí de hombros y me fui.

Apenas preparando una expo sobre existencialismo en perspectiva de dos mujeres (mis dos diosas de la literatura y musas en todo de lo que va dentro de mi vida “consiente”) Virginia Woolf y Simone de Beauvoir, me di cuenta que parte de mí va que quiere acoplarse al término “existencialista”, no creo que lo fuera por la larga historia del cristiano que yace en mí… larga, larga zzzzZZZzzzZZZZzzzz

Ahora que leo “La invitada” de mi actual musa Beauvoir (ya tengo 4 libros de ella!!!! Y según estaba vetada aquí en México, seguiré buscando en las librerías de aquí y allá) me di cuenta que no existo, así de simple, rudo pero verdadero, soy sólo un invitado en las vidas ajenas y que hasta la fecha no he hecho más que vivir a la sombre de los demás, de sus opiniones, experiencias, juicios, imposiciones, soy Lucio y no existo.

“Ustedes cargan con toda esa chatarra” les dice Javiera a Francisca y a Pedro, la invitada les dice que cargan con chatarra, que nos apegamos a los demás, nos gusta que nos atesoren, arrastren, la soledad verdadera ya no existe una vez que te comprometes en sentido emocional/vivencial con alguien, antes podría ser una soledad de un blanco inmenso, pero ahora es una soledad fabricada… nos cuesta sentir, pero más que nada, cuesta sentir por uno mismo, existir por lo que uno es sin arrastrar la chatarra.

Así, sin decir mucho más presiento que esos últimos días me he ido quitando de toda esa chatarra; ahora me siento más ligero, tanto que floto, pero no desde una perspectiva fresca y de renovación, sino desde la perspectiva de que carezco de peso, soy liviano y superficial, dejé de existir al despegarme de todo lo que creía, incluida la religión, organizaciones sociales, métodos, estructuras, emociones, sentimientos, acciones, la semana pasada me di cuenta que dentro de todos mis ataques de señorito Ana Karenina sólo me queda el enojo y algo de odio, pero cuando eso se disipa no tengo nada, estoy vacío. Por ello en los últimas horas he estado tan molesto con todo, estoy molesto con mi vaciedad… ¿de espíritu… de alma? No lo sé, no sé ya ni a donde voy, ni de dónde vengo, ni qué diablos quiero de mi vida. Cambié mucho, y me temo que para mal, pues aunque siempre consiente de aquello que me rodeaba no había querido aceptar que personajes como Rousseau terminaron por someter nuestras emociones a un sentido arquetípico social. Antes creía que era inherente, que las emociones humanas venían de algo que se da por naturaleza dentro del hombre… sin embargo, una vez que te encuentras tan vacío como ahora me siento, entonces resulta que todo es una vil chatarra.

Aún así estoy tan tranquilo, como anestesiado, igual, Simone me dijo: “Matarse para no ser matado no es morir a propósito”, no sé si se aplique, pero me sirve para evitar al suicidio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario