jueves, 22 de abril de 2010

No lo entiendo...


Hoy entré a una clase sobre la fotografía con visión femenina... no me encantó, supongo que es porque todo hedió a "embarrada", ni modo, así son las cosas en seminarios de siete clases cada una y de tres horas (con un enorme receso). Mi hermana me dijo: "Tú sabes que no se puede entender el contexto social de la mujer en tan poco tiempo. No podrías haber entedido a Virginia Woolf en siete sesiones, o a Jane Auste, tú lo sabes, es todo un recorrido".

Tiene razón, llevo desde los dieciséis leyendo y estudiando a la Woolf y aún así no la entiendo al 100%, igual a la querida Austen.

En fin, después de salir del seminario, clase, lo que fuera, le dije a mi amiga Liana que no entendía la fotografía, que me faltaba mucho. Ella sabiamente contestó: No te empeñes en querer entender todas las ramas del arte. Así ingresamos muchos a la carrera, queriendo saber de todo pero después te especializas.


Yo sólo repetí hoy todo el día a todo el mundo: Igual no existo.

Como siempre me estoy presionando por querer dar una lectura metafísica a una ¿"bonita"? composición fotográfica… la concepción que dio la profesora en clase me pareció muy facilona.

Al llegar a casa encuentro un mensaje en mi canal en You Tube que dice: “Gracias por la lectura de Lady Lazarus”. Un usuario comentó un “trabajito” sobre el poema de Sylvia Plath, aquella poetisa que me llena a morir (de quién sólo llevo un año de investigación en su obra… todo a su tiempo) y al releer el poema de Plath, recordé que en su momento tampoco la entendía. Decía a toda voz que no entendía la poesía. Ahora sigo sin entenderla, pero al menos sí lo logro son Sylvia Plath, llegué a un punto de comunión con ella después de leer su “Campana de cristal” y deprimirme con ella.


Es mi forma de comprensión, que al igual que con la música, debo tocar alguna especie de “fondo” emocional. Incluso una de mis profesoras predilectas me dijo: “A ti no te gusta si no te sabe amargo”.


Es verdad. Así que me dije que no deseaba deprimirme para poder entender la fotografía, que ya suficiente tenía con mis crisis post Simone de Beauvoir. Recordé en mi cabeza: Una mujer por momento, no más, una al momento, ahora es Simone, después podrá ser otra.


Les dejo mi poema favorito de Plath:

“Lady Lazarus”

Lo logré otra vez,
Me las arreglo
Una vez cada diez años.

Especie de fantasmal milagro, mi piel
Brillante como una pantalla nazi,
Mi diestro pie
Es un pisapapel,

Mi rostro un fino lienzo
Judío y sin rasgos.

Descascara la envoltura
Oh, mi enemigo,
¿Aterro acaso?

Sí, sí, Herr profesor lo hago
¿Puedes negar la nariz, las cuencas vacías, los dientes?

El apestoso aliento
Se desvanecerá en un día.

Pronto, muy pronto, la carne
Que la tumba devoró
Se sentirá bien en mí
Y yo, una mujer que sonríe.

Tengo sólo treinta años.
Y como gato he de morir nueve veces.

Esta es la Número Tres.

Qué desperdicio
Eso de aniquilarse cada década.
Qué millón de filamentos.

La multitud mascando maní se agolpa
Para verlos.
Cómo me desenvuelven la mano, el pie
El gran desnudamiento.

Damas y caballeros.
Estas son mis manos
Mis rodillas.
Soy tal vez huesos y pellejo.
Sin embargo, soy la misma, idéntica mujer.

La primera vez que sucedió tenía diez.
Fue un accidente.

La segunda vez pretendí
Superarme y no regresar jamás.

Oscilé callada.
Como una concha marina.
Tenían que llamar y llamar
Recoger mis gusanos como perlas pegajosas

Morir
Es un arte, como cualquier otra cosa.
Yo lo hago excepcionalmente bien.

Lo hago para sentirme hasta las heces.
Lo ejecuto para sentirlo real.
Podemos decir que poseo el don.

Es bastante fácil hacerlo en una celda.
Muy fácil hacerlo y no perder las formas.
Es el mismo retorno teatral a pleno día
Al mismo lugar, mismo rostro, el mismo grito brutal
Y divertido:

¡Milagro!
Que me liquida.
Luego una carga a fondo


Existe un cargo para ojear mis cicatrices,
Y otro para escucharme el corazón
De verdad sigue latiendo.

Y hay otra y otra arremetida grande
Por una palabra, por tocar
O por un poquito de sangre

O por unos cabellos o por mi ropa.
Bien, bien, está bien Herr Doctor.
Bien. Herr Enemigo.

Yo soy vuestra obra maestra,
Su pieza de valor,
La bebé de oro puro
Que se disuelve con un chillido.

Me doy vuelta y ardo.
No creas que no valoro tu gran cuidado.

Ceniza, ceniza
Ustedes atizan, remueven.
Carne, hueso, nada queda

Una barra de jabón,
Una alianza de bodas.
Un empaste de oro.

Herr Dios, Herr Lucifer
Cuidado.
Cuidado.

Desde las cenizas me levanto
Con mi cabello rojo
Y devoro hombres como el aire.


Sylvia Plath

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